Sobre los psicólogos

Durante estos treinta años, y tras ver muchos pacientes (palabra que, aclaramos, no nos gusta demasiado) nos dimos cuenta que en gran medida éramos nosotros los que más aprendíamos de su sufrimiento y malestar, de sus estrategias para sobrellevar su vida y de las luchas, a veces admirables, para superar dificultades que pocas personas (incluidos nosotros mismos) podríamos sobrellevar.

 

Al inicio de nuestro trabajo creíamos en métodos que resultaron ser inútiles; nos equivocamos muchas veces -afortunadamente sin grandes repercusiones- y aprendimos, también, en muchas más ocasiones de lo que podríamos recordar. Aprendimos a dudar y a sospechar de estrategias milagrosas y a ser flexibles en las distintas formas de afrontar los problemas.

 

Vimos a personas que realmente luchaban por superar sus problemas y personas que se acomodaron a ellos, personas que mucho tiempo después siguen agradeciéndonos lo que nos implicamos en sus dificultades -y a quienes consideramos amigos- y personas con las que también sufrimos. Es parte del trabajo, por supuesto, pero de todas esas personas y situaciones aprendimos más de lo que ellos podrían llegar a suponer.

 

En el fondo, lo que más nos interesa es luchar contra la Psicología mal entendida. Ser psicólogo puede ser el trabajo más hermoso del mundo, también el más frustrante y duro; sin embargo nunca debe ser es deshonesto ni vacío. Por eso luchamos, también, para que la Psicología no se convierta en una paraciencia plagada de libros de ayuda que no ayudan, profesionales que interfieren por vanidad en sus pacientes y falsamente expertos en todo lo que se pone ante ellos (desde anorexias a problemas con las drogas pasando por depresión, problemas de pareja o problemas sexuales), profesionales que hablan para no decir nada y que a menudo no se diferencian demasiado de astrólogo o de un echador de cartas. Y, además, no soportamos la 'psicología positiva'. Preferimos una psicología realista para conseguir adaptarnos a una vida que no siempre es fácil ni cómoda y con risas de fondo como una serie de televisión.

 

Nos podemos equivocar (como se equivoca un médico, un vendedor o un taxista). Lo que no podemos es mentir.

Se equivocan quienes creen que ser psicólogo es como ser un antiguo sacerdote que expía los pecados ajenos. Somos psicólogos, no jueces. También muchas veces escuchamos frases como 'eso también lo dice un amigo', 'yo ya me sé la teoría' o 'ahora todo el mundo está loco'. Es cierto: a veces un amigo puede servir de gran ayuda, a veces no basta con saber la teoría y, sí, este mundo está desquiciado. Pero para cuando el amigo no ayuda, para las muchas ocasiones en las que además de teóricos tenemos que ser prácticos y para que, quizá, este mundo esté menos loco, un psicólogo puede echarnos una mano.